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06 marzo 2011

Camino Veinticinco ...

Tractoriando me fui alejando
de la niebla matutina del día.
En aires solitarios fui esperando
hallar el cause de mi vida.

La noche ronroneó a mi llegada,
se acurrucó en las caras ajenas.
Trayendo sensaciones inesperadas,
donde mueren rencores y penas.

Quien yo vine a ser, por fin conocí.
Guitarra en mano palpitó mi corazón.
Donde las lágrimas no tienen fin,
de mi alma ni una gota brotó.

Aunque seco se halle este cause,
más de un corazón se sucumbió.
Esperando aquel trance,
que Mayín poco nos contó.

Vestida de rojo se paseaba, endiablado acento inglés.
Dio vida a los que se hallaban, de ella dispuestos a aprender.
Y hablando de aprender, de aquel changuito me acordé.
Su nombre como el mar (cos), días nuevos ha de traer.

Señores, yo no sé qué pasará de aquí a dos días más.
Hoy me invade el pensamiento, que mañana no podré contar.
Muchas cosas tendré que cambiar,
tal vez no olvidar ese hilo primordial.
Saber ver, esperar y perdonar.
Saber crecer… poder continuar.

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